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Datos personales en Tik Tok, ¿asunto de seguridad nacional?


En los noventa se llegó a pensar que terminaba el dominio de los Estados-nacionales, para dar paso a la hegemonía de instituciones internacionales, como las empresas globales. En realidad, la historia fue otra. El Estado nunca ha dejado de encabezar sus instituciones ni su soberanía, aunque sí le concedió amplias concesiones a las empresas privadas. Estados Unidos es el ejemplo más claro de esto. En este país se ha privatizado de todo: servicios médicos, educación, servicios paramilitares (¿mercenarios?), o más recientemente la carrera espacial, ahora concesionada a SpaceX (por cierto, si algo le falló a la serie en streaming “Lejos”, es que seguramente el primer viaje a Marte no será a cargo de la NASA sino, justamente, de la empresa de Elon Musk). ¿Qué no la carrera espacial es también un asunto de seguridad nacional? Desde luego que sí, pero los estadounidenses están convencidos de que el garrote estatal y la inversión privada son un sano binomio.


Es cierto, el hecho de que una empresa china, Tik Tok, tenga bajo su control los datos personales de millones de estadounidenses, es un asunto de preocupación por la vulnerabilidad de su seguridad nacional. El mismo Mark Zuckerberg así lo advirtió; de hecho, Facebook también es un asunto de inquietud para cualquier país. Pero el gobierno estadounidense no está pensando en ser el administrador de las bases de datos de Tik Tok ni de Facebook ni de cualquier otra red social; en realidad le preocupa lo mismo de siempre: poner un bien público en manos de una empresa estadounidense. En otras palabras, no le interesa salvaguardar los datos de los millones de los usuarios de las redes sociales, si no que esas bases de datos estén en manos de sus empresas, en este caso de Oracle y Walmart; mientras que éstas, más que adquirir una aplicación popular entre los jóvenes, están comprando una base de datos personales que ampliarán sus ventas por medios electrónicos.


Se trata, en resumen, de una receta probada para los estadounidenses: primero el Estado allana el camino, después sus empresas globales se quedan con el negocio, binomio que pretende controlar al mundo. En esto, lo que menos importa es la privacidad del usuario común y corriente.


Carlos Téllez

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