Zhenyun, Liu (Arsovska, L. Traducción) (2017), La palabra que vale por cien mil, Siglo XXI, México
China es un país lejano y ajeno, tal vez para todo el mundo. Atisbar China desde una concepción eurocéntrica, es enfrentarnos a una pared de disonancias, de diferencias que nos pueden hacer sentir que los chinos son seres de otro planeta. Sin embargo, a través de la literatura somos invitados —a través de la pluma del escritor— a experimentar su vida al tiempo que leemos sus descripciones sobre su hogar y su familia, paisajes, los palacios y la guerra, así como también cuando hablan sobre los pobres y los oprimidos. La maravilla es que lo hacemos desde un lugar de seguridad.
En realidad, la literatura china, así sean producciones pertenecientes a la antigüedad o a la contemporaneidad, se observa una expresión de la totalidad de la experiencia humana que sólo muy pocos logran plasmar. Es por eso por lo que, la Literatura china es universal, ya que nos dice lo que necesitamos saber sobre nosotros y el mundo que nos rodea, como si se tratara de una especie de reflejo que puede no gustarnos, pero que logramos entender.
“Siempre hay una palabra que toca el corazón”. (p. 286)
Liu Zhenyun (Liu=aquel que sacude las nubes), como muchos escritores chinos que se han forjado un nombre fuera de su país, creció y se formó en el campo, pero vive en la ciudad. Seguramente, es por ello que les da vida a muchos personajes, rurales y urbanos. Todos ellos son personas comunes, productos de su entorno, que luchan por cambiar su mundo y su destino, aunque la mayoría de las veces no los vemos lograrlo.
“Dragones foráneos no pueden aplastar serpientes locales”. (p.13)
La palabra que vale por diez mil es una novela que se cataloga en la corriente del nuevo realismo literario, donde la gran mayoría de los críticos literarios chinos ubican la mayor parte de la obra de Liu Zhenyun. Esta corriente se caracteriza por eliminar las fronteras entre literatura y realidad. El escritor, es sólo un vehículo que refleja la realidad. En esta condición, intenta abstenerse por completo de emitir juicios propios: deja que los personajes hablen; deja que la “realidad” transcurra tal cual es, como si se tratara de una colmena de acontecimientos que resuenan una tras otra. El narrador lo cuenta todo sin forzar ni orientar; tan sólo se limita a registrar.
Liu Zhenyun dibuja la anatomía rural china en las primeas décadas del siglo XX y en los albores del melenio. Los aqcotecimientos que suceden en La palabra que vale por cien mil, reflejan las costumbres y la vergüenza, la cotidianidad y la amargura, la venganza frente a la ingenuidad. A todos los personajes que los rodea de una cotidianidad urbana o rural que demuestra sentimientos similares, son como una radiografía del campo chino en el ocaso del imperio y en el florecimiento de la república, con resonancias magnéticas del espíritu del pueblo chino. Nos deja ver lo profundo de las analectas de Confucio:
“A los vulgares siempre le sobran las palabras, a los sabios siempre les faltan”. (p. 37)
En la palabra que vale por diez mil, el autor dibuja la fisonomía rural china de la que todos quieren huir. El hilo conductor de Liu Zhenyun tiene una punta de la que salen diez mil historias y personajes.
“¡Qué borlote!, todos los presentes, como entre la niebla, se miraban entre sí. Puesto que nadie entendía nada, los casos se dictaminaban al tanteo. Justo por dictaminarse así, en Yanjín reinaba el orden”. (p.52)
Es una novela complicada de leer, tal como seguramente fue muy difícil de escribir. Es como si estuviéramos entrando a una masa de hojaldre que tiene diez mil capas y cada una nos lleva a una historia de la que se desprenderán más personajes y más anécdotas.
“Eso de escupir historias viene del dialecto de Yanjín y se trata de sacar de la nada una palabra sobre un asunto particular…” (p.78)
En un principio, los nombres representan todo un reto, ya que para quienes no hablamos chino, los nombres son difíciles, parece que son iguales, es complicado entender si se trata de un personaje o un lugar, de lo femenino o lo masculino y conforme avanzamos en la lectura nos enteramos de que se trata de retratar personajes distintos que tienen historias complejas.
“La voz definitivamente dependía del propósito del canto”. (p. 65)
Zhenyun divide la novela en dos partes. La primera parte describe el pasado: las anécdotas de tres hermanos hijos de un productor de tofu. Cerrará con Moisés Wu salió de Yanjin para encontrar a la única persona con quien «podía hablar»: su hijastra. La segunda parte narra el presente: Niu Aiguo, hijo de aquella querida hijastra, también emprendió un viaje desde Yanjin men busca de un amigo con quien hablar. Ambos salieron y tardaron cien años. El tema central de la novela es la búsqueda de comprensión y a esta se llega a través del lenguaje, es decir de la palabra.
“Por lo general, mil palabras feas dichas fuera de lugar no causan ningún daño, pro en momentos cruciales una palabra mala puede cambiar por completo la vida de la gente”. (p.129)
Los personajes y los acontecimientos de «La palabra que vale por diez mil», la organización social y familiar, ofrecen la posibilidad de un diálogo entre seres humanos y sobre todo una conversación que permite trastocar el alma, despertar compasión, ira, confusión, amargura, claridad.
“Los que hablan poco, por lo general, se irritan facimente”.
La novela es una crítica dura a lo que devino de China. El autor no envuelve en las capas de esa realidad áspera, sucia, en la que la emoción regente tiene un regusto de amargura, en la que no hay redención para los personajes. Se retrata la avaricia y el rencor que muestra una raza china vista desde sus adentros.
“La línea entre los ojos dice que piensas mucho”. (p.369)
El universo chino se manifiesta ante Occidente como un mundo distinto. Es curioso como podemos notar diferente las diferencias que culturalmente nos separan, pero en el que coinciden los aspectos más humanos. Claro, en mi caso, se lee de la traducción de Liljana Arsovska cuyo trabajo es de apreciar, porque enfrentarse a la tarea de trabajar con este texto debió ser todo un reto.
Liu Zhenyun muestra un país marcado por las revoluciones políticas, culturales y sociales de los últimos siglos. Fruto de ellas, la desorientación, la pérdida de los valores ancestrales y el progreso asimétrico tiñeron una sociedad china centrada más en sobrevivir que en vivir. La soledad de sus personajes nos enseña un rostro de China que el autor narra con agilidad no exenta de crudeza.
- Cecilia Durán Mena
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