Desde el año 2013 el gobierno chino dirigido por el Presidente Xi Jinping anunció la apertura de construcción de un ambicioso corredor comercial que conectara a China con Europa, pasando por Asia central, África y más. El proyecto conocido como “The belt and road initiative” y en español simplemente como “La ruta de la seda” tiene una gran infraestructura terrestre y marítima que pretende revivir los antiguos puntos comerciales que conformaban la ruta de la seda china. Se trata de un gran corredor cuya infraestructura no sólo intercambiará bienes, sino que, además cambiará la percepción del contexto internacional actual, de la política mundial o por lo menos, será un importante contrapeso en el orden mundial. En otras palabras, entender la ruta de la seda resulta indispensable para entender el rumbo de la construcción del mundo por venir.
¿A qué nos referimos con esto?
Vamos por partes. En primer lugar, es preciso entender que la ruta de la seda traerá consigo una importante serie de cambios que escapan el mero intercambio de bienes. Por un lado, la ruta trae consigo el empoderamiento de comunidades y ciudades de distintos continentes, (siendo estos los puntos por dónde pasará la ruta). Este empoderamiento será desde económico, social, hasta político; puesto que estas ciudades podrán percibir beneficios económicos y por ende una mayor calidad de vida, así como tener una buena posición internacional que le permitirá a estas comunidades tener voz en el complejo sistema internacional. Ahora bien, la ruta de la seda es también el reflejo de una China intimidante en cuanto a poder y orden mundial. Esta imagen de una República China creando nuevos mecanismos de soft power o poder blando que mueven la soltura con que otros países han dominado los grandes mercados del mundo, sin duda que será algo interesante por analizar. El dirigente chino Xi Jinping, así como su gabinete, saben bien que la ruta de la seda debe ganar la simpatía de los continentes por donde pasa, así como de los grandes dirigentes y organizaciones referentes de la política y el comercio internacional.
Las implicaciones de la ruta de la seda pueden seccionarse en muchas variables. El punto de vista comercial es mirar únicamente la punta del iceberg de lo que significa este gran proyecto. La infraestructura de la ruta conlleva un conjunto de intereses geopolíticos, así como la oportunidad de cooperar entre comunidades, entre países y por supuesto, el amplio intercambio de cultura; lo que conllevaría a que comunidades rezagadas poco visibilizadas se integren a una amplia cadena de valor (comunidades y ciudades que se encuentran en Asia central y África), así mismo establecer una posición de poder en el complejo tablero internacional.
Por todo esto y más cosas que no alcanzan a escribirse en tan sólo unas líneas, es preciso y necesario entender que el ambicioso proyecto de la ruta de la seda marcará la pauta para entender el contexto internacional por venir. Observar las actualizaciones de la ruta, así como observar en conjunto la maduración del proyecto, son importantes tareas de hoy por hoy.
- Tania García
Comments