En abril pasado, cuando los grandes empresarios de México demandaban un plan de rescate por la emergencia sanitaria, las reservas internacionales rondaban los 183 mil millones de dólares (mmdd); hoy en día (octubre) han alcanzado cerca de 194 mmdd. En el ahora lejano 2017 las reservas estaban en este último máximo histórico, pero a partir de entonces comenzaron a descender, y al cierre del gobierno de Enrique Peña Nieto se ubicaron en 173 mmdd, es decir, entre 2017 y 2018 se tuvo una pérdida de 20 mmdd. ¿Qué pasó?
Primero, a diferencia de otros tiempos, el actual gobierno federal decidió no rescatar a los grandes empresarios con dinero prácticamente regalado. En esta ocasión, fue el Banco de México (organismo autónomo del poder ejecutivo) el que ofreció ese respaldo, pero por medio de créditos, como debe de ser. El 21 de abril, el Banco de México anunció que ponía a disposición poco más de 33 mil millones de dólares para que los bancos que operan en nuestro país puedan ofrecer liquidez a los empresarios que así lo soliciten (avalados por al menos dos calificadoras, como Moody´s o Standar and Poor´s), con una tasa de interés que no supera la tasa de referencia (estos es no superior al 7% de interés en abril, o bien hoy en día el 4.25%). Sí, es dinero barato para los grandes empresarios, pero no regalado, como sucedía antes; medida plausible pues es dinero de la nación, de los mexicanos. Para mecanismos como estos es que funcionan las reservas internacionales.
En cambio, para las pequeñas empresas está el programa anunciado por la Secretaría de Economía también desde abril, con montos por 25 mil pesos. Mientras que en el mes de julio el Banco de México anunció más facilidades para que la banca del país otorgue mayores facilidades en los créditos que ofrece a las pequeñas y medianas empresas, y personas físicas, mediante figuras conocidas como arrendamiento y factoraje financiero.
Además del manejo monetario como éste (respaldo al sector empresarial por la vía del crédito), el Banco de México mantiene implementadas otras estrategias de inversión financiera, como las coberturas cambiaras (para el mercado de los dólares), con las que apoya el impulso económico, pero sin que se vuelva una carga para el gasto público, para los mexicanos. Así como se suma la decisión del gobierno federal de no contraer deuda con organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, como también ha sucedido en otros momentos de la vida nacional.
Como resultado de esta sana colaboración entre el Banco de México y el gobierno federal, se tienen unas reservas internacionales sólidas, que en estos momentos alcanzan cerca de 194 mil millones de dólares. Con esta experiencia, el gobierno federal merece un voto de confianza respecto a la extinción de 109 fideicomisos, que no significa la cancelación de apoyo a la salud, ciencia, arte y deporte en el país (ese no es el propósito), sino que representa parte del trabajo en contra de la corrupción.
Por Carlos Téllez
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